miércoles, 12 de julio de 2006

Vicent Bataller “No se puede cambiar sexo de una persona, pero sí readaptar sus genitales”


Crónica Social-. En la dictadura franquista, la homosexualidad era un delito y los transexuales el colectivo más repudiado de la sociedad. Ahora existe una mayoría, al menos parlamentaria, que apuesta por el derecho a cambiar el sexo en el DNI. Junto al debate social, surgen dudas sobre las ventajas e inconvenientes médicos de una operación que, casi siempre, supone un viaje sin retorno a una nueva identidad anhelada con ahínco. Es especialmente relevante la opinión del médico y sexólogo Vicente Bataller i Perelló (Valencia, 1961),(Tienes su enlace a la derecha), que ha tratado ya a 80 pacientes transexuales. Su demanda es clara: que la sanidad pública financie todo el proceso porque “todos tenemos derecho a la salud”.

¿Qué pasa por la cabeza de una persona que quiere cambiar sexo, hasta qué punto influyen factores biológicos y psicológicos?

Lo mismo que a cualquier otra. Existe un momento en sus vidas, en la infancia (con 5-6 años), en la adolescencia o en la etapa adulta que descubren que no están a gusto con el cuerpo que tienen y con sus genitales y se bloquean porque no saben qué les está pasando. Hay mujeres biológicas que se sienten hombres y a quienes les atraen mujeres y por tanto no saben si son lesbianas; hasta que rechazan su cuerpo y genitales y descubren su verdadera identidad.

Megen y Gorens, que comparten cátedra de transexualidad en la Universidad Libre de Ámsterdam, hablaban de que uno de cada 20.000 varones se siente una mujer y una de cada 30-35.000 féminas se ve como un hombre. Independientemente de las estadísticas es una realidad social que ha existido siempre.


Pero, ¿usted cree que cualquier persona está preparada para someterse a un cambio de sexo?

Es un proceso largo. Al principio, debemos averiguar si esa persona es transexual, para lo que debe acudir a un profesional, un psicoterapeuta, un médico o un psicólogo clínico, especializado en el tema. En mi caso, a través de varias entrevistas intento ver si existe una psicopatología previa; estas personas no son enfermas pero al estar sometidas a tensión, malestar y estrés desde los 4 o 5 años pueden deteriorarse bastante. A lo largo de los años, he tratado 80 pacientes y, menos un caso piscopático, el resto tenían una buena salud mental.


¿Puede explicarnos de principio a fin los procesos físicos y psíquicos que utilizan los médicos?

El proceso suele durar unos dos años, aunque depende de la persona. Estoy convencido de que es necesario un acompañamiento psicológico durante todo el proceso. Algunos se sienten satisfechos con cambiar su forma de vestir pero otros sienten la necesidad de operarse. Si son transexuales masculinos, quieren hacerse una masectomía bilateral, es decir extirparse el pecho, porque es lo que más denota que son mujeres. Las intervenciones quirúrgicas de genitales masculinos no se hacen por su escaso desarrollo y porque no se obtienen las ventajas de las transexuales femeninas.


Con respecto a ellas, a los seis o siete meses de psicoterapia se inicia el proceso de hormonación; reciben estrógenos, progestágenos y antiandrógenos, para transformar al varón biológico en una mujer. Periódicamente, se realizan controles analíticos. A los dos años, algunas se quieren operar y se hacen plastias de pecho (implantes) y otras se intervienen además los genitales.


Ha hablado de que las técnicas quirúrgicas en las mujeres que quieren convertirse en hombre están muy retrasadas. ¿Cuáles son estas dificultades y qué peculiaridades tiene el proceso quirúrgico y médico de los transexuales masculinos y femeninos?

Las dificultades de las técnicas quirúrgicas de mujer a hombre son grandes por un principio muy simple: siempre cuesta más añadir que quitar. En las transexuales femeninas se hace una resección del pene (reducción al mínimo) y éstas conservan sólo una parte del glande para hacer un neoclítorix. La piel del pene y de los testículos se fotodepila y se suele hacer una neovagina. Los cirujanos plásticos hacen maravillas hoy en día gracias a la microcirugía.

Al revés, colocar un pene, es harto complicado. No sería difícil hacer un transplante, ya que se hace de otras partes del cuerpo, pero, ¿quién estaría dispuesto a donar un pene? Clínicamente sería posible; de hecho, ya se ha practicado la técnica con una mano y se ha logrado rehabilitarla. Lo que se hace es un colgajo de una parte del antebrazo de donde se extrae un paquete vasculonervioso y se añade a la zona haciendo algo más parecido a un churro que a un pene, con unos testículos formados por gónadas testiculares protésicas. Lo normal es que, tras el proceso hormonal, se realice un clítoris hipertrófico o un micropene de tres centímetros. Al final, muchos utilizan arneses de penetración y no se operan.


Tras las operaciones, ¿cómo son las relaciones sexuales de estas personas?

Una neovagina no es una piel o un órgano natural, por tanto, las transexuales deben hacer una rehabilitación tras la intervención para que la piel no se colapse, utilizando dilatadores o bolas de dilatación vaginal, con cuellos de Hegel. Deben extremar la higiene para evitar estenosis e infecciones. Por lo demás, ellas practican el sexo como cualquier otra mujer.


¿Existe un tratamiento posterior al cambio de sexo? Supongo que se hará un seguimiento a lo largo de la vida…

El seguimiento hormonal es efectivamente para toda la vida. En el aspecto quirúrgico, todo acaba con el proceso postoperatorio. Sin embargo, algunas se hacen adictas a las intervenciones quirúrgicas, empiezan con los pechos, siguen con las costillas y así otras más. Deberíamos ser conscientes de que no se puede cambiar el sexo de una persona sino readaptar los genitales de la persona al género con el que se identifica, por eso se llaman cirugías de reasignación sexual, no de cambio de sexo.


Después, deben ir cada cierto tiempo al endocrino, al ginecólogo y al urólogo. Los transexuales de ambos sexos deben tomar hormonas de por vida.


Esta hormonación acarreará unos efectos secundarios, al menos físicos…

Es cierto. Por eso pedimos una legislación, para que podamos llevar un control médico. Muchas veces, vienen a mi consulta pacientes adultos que desde los 17 años se automedican sin ningún control hormonal. Los efectos secundarios de estas sustancias son alteraciones hepatotóxicas (del hígado), cardiovasculares, tromboembólicas y accidentes cerebro vasculares en personas con problemas de circulación, en fumadores o tóxicomanos. La mayoría de las transexuales acaban prostituyéndose, un 85% según las estadísticas que manejan las asociaciones de transexuales. Lógicamente, el cóctel de tóxicos y hormonas repercute en su salud. Lo ideal sería que pudieran acudir a Unidades Interdisciplinares de Género (UIG), donde una vez diagnosticada la persona, pueda ser derivada al especialista pertinente.

Psicológicamente, algunas personas no asumen este cambio, por eso yo expreso con vehemencia en todos los ámbitos, tanto en los congresos mundiales de sexología como cuando hablo con las pacientes, que es necesario el acompañamiento desde el inicio del proceso hasta, al menos, pasados dos años. El problema es que muchas veces los cambios físicos que se producen no coinciden con lo que uno espera que va a ocurrir. Algunas se creen que la intervención quirúrgica viene con la identidad bajo el brazo y ésta hay que trabajarla y los deseos hay que buscarlos, por eso es recomendable que el sexólogo clínico o el psicoterapeuta especializado pueda hacer un seguimiento.


Aparte de los aspectos clínicos y psicológicos está el económico… ¿cuánto cuesta el proceso completo?

Una sesión de terapia oscila entre 50 y 60 euros; al principio, deben venir durante tres meses todas las semanas; luego, una vez cada quince días; y finalmente una vez al mes. Los controles endocrinos y ginecológicos cuestan unos 100 ó 150 euros. Se necesita además visitar al psiquiatra para lograr un certificado que se exige para intervenirse clínicamente. La operación cuesta unos 15.000 euros. En total, entre 27.000 y 30.000 euros.

Pero lo peor viene después. Muchas de esas personas acaban prostituyéndose porque tienen muchas dificultades para encontrar trabajo con su nueva identidad ya que su DNI no está en consonancia con su imagen y nombre actual. Por otro lado, en España existe, además de la homofobia, la transfobia, en la que influyen los miedos que todos tenemos y que proyectamos hacia este colectivo. Incluso las transexuales establecen categorías entre las que están operadas, se han fotodepilado o se han quitado costillas, que son más mujeres para algunas. Se establecen así unas rivalidades infantiles.


El Gobierno ha anunciado que aprobará la Ley de Identidad de Género antes de julio, ¿qué ventajas considera que brindará a este colectivo?

Esta ley da derechos a personas que todavía no los tienen. La derecha sigue considerando que no es necesario porque “para cuatro gatos o para cuatro locas…” Deberían reflexionar, porque a lo mejor en sus propias familias pueden tener un transexual. Me parece muy democrático equipararnos a países del norte de Europa en derechos sociales.

Actualmente, un médico forense o un juez son los únicos con potestad para decidir si son hombres o mujeres. Los sexólogos y especialistas en salud mental creemos que el sexo social es más importante que el sexo gamético, genital o genético, que hasta ahora ha sido el más valorado en la psiquiatría y la medicina forense. Sin embargo, una sentencia reciente ha reconocido el sexo social de una persona.


¿Existe una estadística sobre el número de transexuales en nuestro país?

Debe haber unos 55.000. En Andalucía y Extremadura seguro que hay estadísticas, pues ya realizan este proceso. No me gusta que en estas regiones las unidades se llamen de trastorno de género y que se siga considerando una enfermedad mental para la mayoría de los psiquiatras.
Por eso yo hablo de “unidad interdisciplinar de género” que no debe estar adscrita a la unidad de psiquiatría y debe encabezarse por una persona experta en este campo, como los sexólogos. (*1)

Desde la sexología no es que incitemos a la gente a follar, que también lo hacemos porque es muy sano, sino que estudiamos la sexualidad humana. Somos los sexólogos clínicos los que tenemos que intervenir en esos procesos.

De los que han pasado por mi consulta, no se ha operado de genitales ningún transexual masculino; sin embargo, sí lo han hecho la mayoría de las transexuales femeninas.


Y fuera de España, ¿cómo está la situación?

Los holandeses son los más avanzados. En la Universidad Libre de Ámsterdam se da sexología y existe una cátedra de sexualidad, donde los doctores Goren y Megens han tratado ya más de 1.000 casos. Mientras, aquí seguimos en las cavernas… Hay gente que dice que habría que pagar tratamientos dentales en vez de pagar los de estas personas. Si hubieran visto el sufrimiento de éstos desde pequeños pensarían distinto. Es una cuestión de derechos humanos y de reconocimiento de personas, no vienen de Marte o de Júpiter.


En medio de este debate, la Federación Española de Lesbianas, Gays y Transexuales (FELGT) ha pedido la retirada de un anuncio de Opel en el que un transexual operado pregunta a un médico si es posible dar marcha atrás. ¿Qué opina de esta polémica?

Operarse supone un coste económico y mental increíble, así que nadie va a la semana siguiente al cirujano, como si se tratase de quitarse o ponerse un vestido, o las peinetas de falleras… Este tipo de anuncios supone una falta de respeto a la identidad de estas personas; siempre es la misma historia, parece que hay que mofarse de ellas.

Se han creado entonces muchos estereotipos…

Sí, se les han colocado muchas falacias y errores científicos. Hay un fondo de transfobia. Que tengan que acabar prostituyéndose cuando muchos son licenciados por culpa de su DNI da que pensar… Debemos reflexionar todos, porque cada uno tenemos nuestra parte masculina y femenina. ¿Qué es ser chico o chica? Lo que te dice la sociedad, aparte de los genitales por supuesto. El colmo es que los usuarios que acuden a la prostitución de las transexuales suelen ser de clase media, heterosexuales, casados y que desean ser penetrados. Por esta razón, muchas no pueden ser intervenidas, porque se les acabaría el chollo profesional.


Algunas comunidades autónomas anuncian que financiarán el cambio de sexo. ¿Cree que el Estado debe asumir los gastos que acarrea?

El coste no es tanto. En la Comunidad Valenciana, por ejemplo, se malgasta mucho en fármacos. En cualquier caso, creo que se trata de hacer justicia social.
Por otra parte, nuestro sistema de salud pública dice que todas las personas tienen derecho a la salud.

Se deberían crear unidades interdisciplinares de género en cada región y dos o tres hospitales de referencia nacional. En Andalucía ya hay dos años de lista de espera. Se tendría que habilitar otros hospitales en Madrid y Barcelona.


En las cárceles, la clasificación, ¿por el sexo de origen o por el de destino?

Por el de destino, sin duda. Si normalmente se abusa de las personas que entran en la cárcel, el típico travesti o “maricón”, como ellos le llaman, serían motivo de mofa, risa, abuso y violación.
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(*1) Entrevista, el pasado día 5 de julio de 2006 a la Sra. Andrea Muñiz, Presidenta de Transexualidad-Euskadi, que mantuvo una breve entrevista en el Programa de televisión "Portal de Salud" del Canal de Televisión Localia-Guipúzcoa, en el cual, ella exponía argumentos totalmente similares a los del Dr.Vicente Bataller i Perelló.